18 de octubre de 2010

Problemas de conducta.

En las escuelas abundan los rótulos. Formas de nominación que rigidizan cierta representación del niño o niña que tenemos delante. Muchas veces, los docentes que trabajamos con niños nos topamos con ciertos rótulos que dificultan el acercamiento.

Los "problemas de conducta" que a menudo vivenciamos en la cotidianeidad de nuestro trabajo nos paraliza y nos deja sin posibilidad de acción.

Hoy por hoy, muchos niños que "no se adaptan" a las normas esperables de convivencia son tildados de "hiperkinéticos". Niños o niñas que se mueven sin parar, como sin rumbo y sin objetivos precisos. Y muchas veces el resultado es la exclusión; la escuela misma refuerza dichas conductas. El docente no sabe qué hacer, ya que está acostumbrado a trabajar con "palabras" mientras que para muchos niños o niñas la posibilidad de poner en palabras su malestar está vedada.

Pero ¿cómo hacer para reducir esa tendencia del niño de pasar a la acción sin mediación de la palabra?

En primer lugar, se debería considerar que el niño que se expresa de manera violenta está pidiendo ayuda. El que proviene de un hogar violento es probable que llegue a la escuela queriendo descargarse y le pegue a otro porque la mente almacena la bronca en algún lugar del cuerpo (Alfredo Moffat)

Una mirada diferente del docente hacia ese niño o niña puede empezar a modificar las cosas.

Dice Alfredo que vivimos en un mundo des-simbolizado, donde vale más la acción que la palabra; la palabra está devaluada, nadie cree en ella, entonces lo que sucede son acciones agresivas. Sin embargo, la escuela es un lugar donde se demanda estar quieto, atento a las palabras, porque el maestro está entrenado para el símbolo y no para la acción.

Tal vez haya que romper con ciertas cuestiones enquistadas en la institución escolar: en lugar de comenzar el día con el uso del cuaderno o carpeta de clases, se podría comenzar con una ronda de conversación. Una ronda donde cada uno pueda ver el rostro del otro, su expresión, poner atención a lo que relata (cómo fue su fin de semana, por ejemplo). Muchas veces, estas rondas son disparadores de emociones y sirven para que los niños comiencen a conectarse con las "palabras". Otra forma, es comenzar el día con música y dar lugar a la expresión corporal. Es sorprendente descubrir cómo muchos niños no logran expresar-se, no aceptan el contacto con el otro, no toleran ser mirados o bien no toleran que no se los mire. Disparadores, que permiten al maestro armar una trama con esa cotidianeidad que a veces se convierte en un sin sentido.

Alfredo sugiere el uso de técnicas corporales lindantes con el psicodrama: En un aula llamada "La selva" con dibujos y láminas alusivas en las paredes los niños deben elegir un animal, prestarle el cuerpo a ese animal y comenzar a interactuar. Cada uno jugará desde su modo vincular. No es lo mismo el niño que elige ser pantera que aquel otro que prefiere a un monito. Después de casi una hora de juego, los niños lograrán estar más tranquilos y preparados para escuchar.

¿Cuántas veces nos despegamos del curriculum?, ¿cuántas veces somos flexibles y nos ponemos en el lugar del otro?

Sería bueno comenzar a buscar estrategias diversas que nos permitan romper con lo estabelcido para hacer con eso, que se presenta como inamovible, algo diferente.

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