31 de julio de 2009

Vacaciones prolongadas. ¡QUIERO JUGAR!


Hoy volvemos a los trastornos de atención.
Ya es sabido para los que frecuentan este blog cuál es mi postura respecto de Los trastornos de atención. Hago hincapié en el artículo en plural, ya que la singularidad del caso por caso nos habilita a pensar en distintos factores intervinientes. Por lo tanto, no se puede hablar de un trastorno de atención sino de trastornos de la atención.
En esta situación particular que debimos atravesar a raíz de la pandemia de la gripe A (H1N1), muchos niños permanecieron en sus casas (como consecuencia de las vacaciones invernales prolongadas), en el mejor de los casos con algunos de sus progenitores o con otra persona a su cargo.
Los consultorios se poblaron de consultas acerca de niños que no paran y que no hay cómo entretenerlos.
También los medios se encargaron de poner de relieve frases como estas: ¿Qué hacer con los pibes en casa?; Vacaciones prolongadas, ¿qué hacemos con los chicos?; Los chicos en casa, madres desbordadas; y más.
Me pregunto, ¿resulta tan trágico tener a los chicos en casa? ¿Cuál es el mensaje que nos quieren dar los medios masivos de comunicación con este tipo de interrogantes?
Dedicarles tiempo para... jugar, leerles un cuento, compartir una actividad recreativa, se convierte en una acción agobiante para algunos adultos.
En talleres con padres y madres, concluimos que dedican mucho tiempo de su vida a servir a las cosas... "No tengo tiempo para jugar, tengo que ir a hacer trámites", "No puedo sentarme a jugar, tengo que trabajar todo el día", "No me dan los tiempos, llego cansado/a, sólo quiero leer el diario tranquilo"...
Compartir cosas de chicos, es en definitiva, perder el tiempo. Sin embargo, los niños encuentran un lugar en cada relato de un cuento, en cada partida de damas o ajedrez, en una receta de cocina compartida o en el armado de un rompecabezas.
Basta con dedicarles una "mirada" para que vuelvan a sentir esa contención que todo niño/a necesita. Basta con prestarles atención para que ellos/as no requieran de la atención del otro de cualquier modo.
En los talleres con "padres y niños que juegan" pude observar la dificultad de muchos adultos para ofrecerse en espacios de juego.
Les dejo una frase de un dramaturgo y médico argentino orientado al psicodrama:

"Para jugar bien hay que apasionarse. Para apasionarse hay que salir del mundo de lo concreto. Salir del mundo de lo concreto es introducirse en el mundo de la locura. Del mundo de la locura, hay que saber entrar y salir. Sin introducirse en la locura no hay creatividad. Sin creatividad uno se burocratiza. Se torna hombre concreto. Repite palabras de otro.”

Eduardo “Tato” Pavlosky"




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